El desafío fue compatibilizar la estructura del siglo XIX con detalles contemporáneos, ambientar un espacio dentro de una antigua estructura. Así se determinó utilizar materiales nobles, rústicos con reminiscencias a lo autóctono.

Las cocinas, los mostradores de servicios situados en la planta baja en forma de L y con conexión directa al exterior a través de aberturas vidriadas, como integradoras del afuera.

Una escalera caracol como elemento de design, comunica los dos niveles, donde la planta superior es de relax.

La nueva oferta está diseñada en torno a tres puntos de servicio diferenciadas: la panadería, el Delicatesen y mesa del chef, proporcionando un uso flexible y los materiales que se utilizaron fueron diferentes para cada área pero armoniosos en su integración, roble, chapas de zinc, frentes de baldosas recuperadas y nuevos materiales contemporáneos, vidrios, tableros melamínicos para acompañar y resolver el equipamiento y jugar con un espacio multidinamico.

Gran parte de la elección de las tonalidades fue darle una diferenciación espacial a cada sector y lograr no incorporar límites físicos, sino proporcionar divisiones virtuales y ganar integración.
Este espacio se define como un ejemplo donde los materiales son parte estructurarte del éxito de la funcionalidad, ya que es el protagonista de la escena.
El tablero en colores como negro y wengue es el gran neutralizador de materiales y acompañan el resto para que se fusionen en el ambiente.

Cambiando la modalidad de trabajo y circulación, lo que garantizo el éxito en la facturación del local y una aceptación del cliente al ingresar como satisfactorio en su entorno.

El equipamiento del mobiliario y los artefactos de iluminación son objetos de diseñadores como por David Chipperfield, Niche Modern que contribuyen al glamour del design en totalidad.
Un resto temático con la firma del design en cada elemento.